IA Conversacional: del piloto ineficiente a soluciones escalables y confiables
Como se discutió en el reciente evento organizado por 2Brains junto a Rasa, muchas organizaciones están adoptando la IA conversacional bajo una lógica de urgencia más que de estrategia. Se lanzan pruebas de concepto que pocas veces escalan, se priorizan los titulares sobre los resultados, y la presión por “hacer algo con IA” termina imponiéndose al foco y la planificación.

El problema no radica en la tecnología, sino en su implementación: sin una visión clara, sin control real y, lo más crítico, sin un retorno medible que justifique la inversión.
Costos invisibles de una IA conversacional mal implementada
Cuando una interacción automatizada supera el segundo de latencia o entrega respuestas imprecisas, el impacto en la experiencia del cliente se traduce directamente en costos. Algunas estimaciones sitúan el costo por interacción ineficiente entre $2.70 y $5.60. En organizaciones con 5 millones de contactos anuales, esto podría representar hasta $28 millones en pérdidas operativas.
A pesar de la inversión en IA, hasta el 80% de las interacciones siguen siendo resueltas por humanos. Las empresas más avanzadas aspiran a una automatización del 40% al 60%, pero no se trata solo de automatizar más, sino de automatizar mejor.
¿Por qué los enfoques tradicionales no funcionan?
Modelos deterministas de procesamiento del lenguaje (NLU) ofrecen precisión pero son rígidos y difíciles de escalar. En el otro extremo, los agentes construidos sobre grandes modelos de lenguaje (LLM) pueden mantener una conversación fluida, pero a costa de imprevisibilidad y riesgo: desde errores costosos hasta "alucinaciones" como prometer descuentos inexistentes.
Esta falta de transparencia, conocida como el problema de la “Caja Negra Agentic”, genera desconfianza. Si un sistema no puede explicar por qué dijo lo que dijo, ¿cómo se asegura que lo volverá a hacer bien?
El nuevo estándar: experiencias conversacionales de alta confianza
Para responder a esta disyuntiva, emergen enfoques híbridos como el que propone Rasa con su tecnología CALM (Conversational AI with Language Models). En lugar de depender exclusivamente de un modelo generativo, CALM combina lo mejor de ambos mundos: la capacidad expresiva de los LLMs con la precisión y control de la lógica empresarial.
Este enfoque reduce drásticamente el uso de tokens (hasta un 80% menos), acelera la velocidad de procesamiento (entre 5 y 8 veces más rápido) y baja los costos operativos hasta en un 90% frente a soluciones basadas íntegramente en modelos como GPT-4.
Más que eficiencia: control y soberanía digital
Rasa no solo propone un enfoque más rentable, sino también más controlado. Permite a las organizaciones tener soberanía sobre sus datos, sus flujos de conversación y sus modelos. Esto es particularmente relevante en un entorno donde el cumplimiento normativo y la protección de datos son tan importantes como la experiencia del usuario.
Además, su suite de herramientas incluye desde Rasa Studio (para equipos de negocio que construyen flujos sin escribir código) hasta Rasa Pro (para desarrolladores que requieren precisión quirúrgica). Esta flexibilidad permite escalar sin sacrificar la gobernabilidad de la solución.
IA conversacional también es voz
Uno de los grandes desafíos para la automatización de la experiencia del cliente está en las interacciones por voz. Aquí, la latencia es crítica: si una respuesta tarda más de un segundo, la conversación se rompe. Por eso, Rasa ha desarrollado Rasa Voice AI, capaz de entregar respuestas en menos de 300 milisegundos desde que el usuario termina de hablar.
Esto se logra gracias a una arquitectura asíncrona, escalamiento horizontal y proximidad entre los componentes clave del sistema: modelo de lenguaje, gateway de voz y motor conversacional. Además de velocidad, ofrece precisión (sin alucinaciones), rendimiento (alta concurrencia) y bajo costo (por debajo de $0.02 por conversación, según pilotos realizados).
Casos reales: eficiencia con impacto tangible
Una telco en Latinoamérica automatizó 1.4 millones de llamadas anuales, logrando un ahorro total de $9.3 millones en cuatro años. Un banco en Marruecos, por su parte, redujo $9 millones en costos en tres años, automatizando casos como consultas de saldo, bloqueo de tarjetas o transferencias.
El caso de Swisscom es particularmente ilustrativo. Con el objetivo estratégico de alcanzar un modelo Zero Touchpoint para 2030, buscaban una solución de IA conversacional que pudiera manejar volumen, latencia, precisión y costo. Tras un piloto riguroso, Rasa superó todas las metas: entregó respuestas con 89% de precisión (solo un 5% menos que GPT-4), a $0.02 por conversación y con latencia de 1.5 segundos. Resultado: fue seleccionada como proveedor estratégico.
Se trata de tener una IA que funcione
El valor de una IA conversacional no está en su capacidad de sorprender, sino en su capacidad de entregar. Entregar respuestas correctas. A tiempo. De forma segura. Y hacerlo de manera sostenible en el tiempo.
La tecnología ya no es el cuello de botella. El verdadero reto está en cómo se orquesta: qué casos de uso se priorizan, qué modelo se adopta, cómo se mide el éxito y, sobre todo, cómo se escala sin perder el control. Aquí es donde plataformas como Rasa, y aliados estratégicos como 2Brains, marcan la diferencia.
El recorrido va más allá del despliegue de un chatbot. Implica construir una relación basada en la confianza: del cliente con la marca, y de la empresa con su tecnología.
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